viernes, 25 de octubre de 2013

Casablanca, Algarrobo y una casa en la arena - jueves 17

El jueves fuimos a Isla Negra, allí está una de las tres casas que Pablo Neruda tenía en Chile y en la que están enterrados sus restos, junto a los de su tercera mujer, Matilde Urrutia

De camino paramos en Casablanca, población del interior conocida por sus viñedos
 Municipalidad de Casablanca (Ayuntamiento)
 Huerto de la Virgen en la parroquia de Santa Bárbara
 En Chile no hacen stop, paran

Tras el paseo por Casablanca, retomamos el viaje ya fuera de la autopista, por la carretera de Algarrobo, varios kilómetros de precioso paisaje, bosque y niebla, que recordaba a nuestros paisajes del norte
Pasado Algarrobo, entramos en El Quisco, comuna a la que pertenece Isla Negra, población de la costa central de Chile, que Neruda bautizó así por sus rocas negras en el mar
vista de las rocas bajo la casa

Llegando a las inmediaciones de la casa, hay que dejar el coche y caminar unos 400 m por un camino de tierra. Con la emoción, Zuce se olvidó de su dolencia del pie y salió como una bala (como un pedo, dicen allí)
Corriendo por la caleya, el milagro de Neruda

Al llegar a la recepción del museo das tu nombre y te llaman cuando se completa el grupo que te corresponde, se hacen las visitas en grupos de 12. La entrada cuesta 4.000 pesos por persona (5,76 €), te dan una audioguía y nos explicó el funcionamiento de la visita una chica española. Está muy bien organizado, la explicación de cada pieza es muy completa e incluye grabaciones con la voz de Neruda
Comienzo de la visita

Está terminantemente prohibido hacer fotografías en el interior de todas sus casas, sus razones tendrán, pero es una pena, resulta complicado explicar, sin imágenes de apoyo, el fantástico mundo de este hombre. En cada habitación hay cientos de magníficos objetos, era un coleccionista empedernido, a todos les ponía nombre y estaban en su sitio por alguna razón, romántica o poética, en la mayoría de los casos. De una u otra forma, toda su colección está ligada al mar. En esta casa hay un salón lleno de mascarones de proa de diferentes barcos, impresiona su tamaño y belleza y sobre todo, cómo los colocaba para que no añoraran el océano o no se sintieran solos

Tenía dispuesto siempre el comedor para varios comensales, con copas de cristal de colores, decía que el agua sabía mejor si se bebía en una copa roja o verde y en todas sus casas tenía un bar, solo él podía estar detrás de la barra, preparaba cócteles y se disfrazaba para la ocasión, también grababa en las sillas de madera los nombres de sus invitados habituales, ilustres casi todos
Campanas que tocaba para que los vecinos supieran que había llegado
vista posterior de la casa
Tumbas de Neruda y Matilde mirando al mar

Se necesitan días para contar con detalle todo lo que ves y sientes allí, desde luego era alguien especial. Como remate del día, me quedo con parte de una de sus citas de 'Una casa en la arena', "... el Pacífico era tan grande, que no sabían dónde ponerlo, por eso lo dejaron frente a mi ventana"

Quizá fueron los mismos que lo dejaron también frente a la nuestra

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